jueves, 5 de enero de 2017

Diego hidalgo y la filantropía como forma de vida


El 16 de noviembre de 1993, Diego Hidalgo (Madrid, 1942) publicó un artículo en el diario El País titulado "La verdadera revolución industrial", donde alertaba de los elevados sueldos que se estaban pagando en la España de la época, de nuestra  pérdida de competitividad, y de cómo nos estábamos quedando atrasados. El Rey, amigo de Hidalgo, leyó el texto, le dio una palmada en la espalda y le dijo algo similar a “ya que sabes tanto acerca de por qué las cosas van mal, a ver si eres capaz de decirnos cómo arreglarlas”. Hidalgo, regresó entonces a Harvard, institución en la que se había graduado 30 años antes, en un intento de encontrar esas respuestas. Allí trabó nuevas relaciones, trazó un intento de solución al encargo socarrón del monarca en El futuro de España, ensayo que publicó con éxito un par de años después en la editorial Taurus, y decidió poner en marcha nuevos proyectos, alejados de lo que había estado haciendo en el área filantrópica, donde estaba promoviendo iniciativas que pudieran cambiar las cosas desde abajo.

Hemos pasado de las economías centralmente planificadas a las deslocalizaciones, y eso ha generado ganadores y perdedores. En el año 1975, Hidalgo recibió una herencia familiar, y decidió emplearla no en hacer más dinero, sino en generar riqueza para los demás. Puso en marcha la Fundación Frida (Fundación para la Investigación y la Inversión para el Desarrollo de África) no sin antes analizar exhaustivamente dónde sería más útil invertir esos recursos. En el contexto de la guerra fría, “de bloques, de dictaduras y de grandes tensiones políticas, la mejor tarea que podía realizarse era paliar la pobreza y la desigualdad.  Yo había viajado por India, donde había una cantidad enorme de pobres, y también conocía Brasil, cuya desigualdad era brutal. Un empleado formado que iba de Sao Paulo a Fortaleza a trabajar una hora a la semana ganaba más que 40 obreros que trabajaban más de 60 horas a la semana”. Sin embargo, y a pesar de las necesidades, entendió que en esos países la acción filantrópica no era factible, ya que iba a generar problemas con los gobiernos y decidió centrarse en la parte de África que carecía de recursos naturales y de reservas petrolíferas, “y más cuando varios países de esa zona tenían buenas perspectivas de desarrollo”.

Entonces Jefe de la División del África Subsahariana en la institución financiera de Naciones Unidas, Hidalgo ideó una fundación que invertiría en los 15 países más pobres a través de 50 proyectos y que se financiaría a través de la venta de esos productos en tiendas de Londres y París, una iniciativa predecesora del actual comercio justo.

Según José María Gimeno Borrás, amigo de Hidalgo, una de las claves que le decidió a financiar los proyectos en África fue su enorme posibilidad de desarrollo, que entendía real y sustancial. En aquel momento, se pensaba que el futuro iba a traer mejoras en el nivel de vida general, y por tanto, mediante una adecuada inversión, se podía contribuir de una manera sustancial a que la vida en esos países fuera menos provisional. Sin embargo, varias décadas después, ha ocurrido lo contrario de lo esperado. El mundo ha girado en sentido contrario, y “si en los setenta la renta media de un europeo era once veces mayor que la de un africano, hoy es 45 veces más”.



Dasy Borrás

José María Gimeno Borrás

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